“Deixa
anar”
“No
t´ho pensis. Deixa anar!”
Mi
mano de arco temblaba. La mano derecha tensaba la cuerda en un esfuerzo desesperado por acercarla
a mi cara, desfigurada en una mueca de tenacidad.
“Deixa
anar, no dubtis!”
La tensión hacía que los músculos de mi espalda y
mis brazos dolieran, rígidos como estaban. Esa flecha dolía como el atleta
esperando el disparo en la linea de salida. Esa flecha encaraba un blanco que
solo ella podía alcanzar si yo la dejaba ir.
“Deixa anar ...”
… y, de repente, instintivamente, sin pensarlo, los
dedos de mi mano derecha se deslizaron por la cuerda y, rozando la comisura de
mi boca, liberaron la flecha … Un golpe seco me despertó y comencé de nuevo a
respirar y vi cómo la flecha había llegado a su destino y se cimbreaba, casi
como burlándose de mi, de derecha a izquierda.
“Ho has vist? Ha sigut ma primera fletxa”, exclamé
impresionado y me lancé emocionado a los brazos de mi guia y amigo fundiéndome
en un abrazo de agradecimiento y compasión con él.
Desde aquél día quedé atrapado por la belleza y la
técnica del tiro con arco. Y estoy convencido que ese día fue mi primera toma
de contacto, inconsciente, con el tiro con arco y el Zen
Tiro con arco bajo la influencia del espíritu Zen
“Deixa anar”
“No t´ho pensis”
En Zen experimentamos que todo lo que hacemos está
interconectado entre sí y que la impermanencia de todo lo que nos rodea da
sentido e importancia al “aquí y ahora”.
En Zen no hay diferencia entre el arco y la flecha.
La diana es sólo el reflejo de mi intención de hacer que la flecha llegue a su
destino bajo el soplo de mi conciencia libre. No hay deseo alguno que perturbe
la acción de tirar con arco.
Hago Gassho en dirección al blanco y aseguro
mis pies en el suelo. La cabeza erguida, uniendo cuerpo y conciencia en un todo
inseparable. Respiro y acerco la flecha al reposa flechas, lentamente,
observando ese viaje del carcaj al arco sin prisas, pacientemente. Dejo escapar
el aire caliente por mi nariz.
Respiro de nuevo mientras anclo la flecha en la
cuerda. Observo la flecha en toda su longitud y distingo su proyección en el
blanco. Expiro
Vuelvo a llenar mis pulmones de aire y levanto el
arco por encima de mi cabeza y mientras lo bajo a la altura de mi boca, voy
dejando escapar el aire lentamente. Exhalo vaciando mis pulmones y mis dedos
liberan la flecha y … vuela.
No importa dónde ha ido a parar. Vuelvo a mi
postura inicial y hago un Gassho profundo antes de volver la espalda al
blanco. La naturaleza del Buda, el estado de conciencia normal, se ha
manifestado una vez más.
Sin propósito Mushotoku
El blanco es un reflejo de esa “diana” que reside
en nosotros mismos, en todo lo que hacemos. Si dejo que los pensamientos me
perturben, la flecha irá allí donde ellos me han llevado. Si por el contrario
mi mente permanece dispuesta en el “aquí y ahora”, la flecha llegará allí donde
esa disposición se muestra. La diana, como tal, somos nosotros mismos.
Mi deseo no es dar en el centro del blanco. Es mi intención
que el conjunto de pasos que conforman el “todo” del tiro con arco sean los
correctos, que sean vividos sin propósito, pero no por eso menos intensos. La
flecha elige su lugar en el blanco a partir de la realización de nuestra
conciencia normal, sin apegos, libre.
En cada tiro que realizamos desde un estado de
conciencia libre, sin pensamientos que la perturben, sin deseos, sin
premeditación, como el dragón que se lanza al infinito océano, nuestra flecha
reflejará siempre el resultado de nuestra práctica.
Nuestra diana interior recibe la flecha con
compasión y acepta tanto un tiro en el centro como uno en los lados, porque no
hay diferencia alguna, no hay separación. Solo Mushotoku, “sin propósito”
y la realización del “aquí y ahora”
Xesco.
(Abril 2020)